OMG, NGT1, NGT2…no hablo tu idioma
El miércoles 24 de enero los eurodiputados de la Comisión de Medio Ambiente del Parlamento Europeo votaron a favor de la propuesta de la Comisión Europea de introducir nuevas normas para las nuevas técnicas de modificación genética (NGT), que actualmente entran en el marco más restrictivo de los organismos modificados genéticamente (OMG).
El acuerdo establece dos categorías de NGT: las plantas genéticamente modificadas «indistinguibles» de las obtenidas mediante mejora convencional (NGT 1), que estarían exentas de los requisitos de la legislación sobre OGM, y las que presentan «modificaciones más complejas» (NGT 2) que seguirían normas más estrictas (Euractiv, 2024).
En específico, la nueva ley prevé que las semillas NGT se etiqueten como tales, pero no define un etiquetado obligatorio a nivel del consumidor para los productos NGT 1. Así, en la práctica, los agricultores sabrían que están plantando, pero los consumidores no.
Además, los eurodiputados votaron a favor de introducir una prohibición total de las patentes para las NGT «con el fin de evitar la inseguridad jurídica, el aumento de los costes y nuevas dependencias para los agricultores y los obtentores”, de impedir que los países de la UE los prohíban en su territorio, y de excluir todos los NGT de la producción ecológica.
Aunque esta ley esté pendiente de la aprobación de la legislación final tras el diálogo entre Comisión, Parlamento y Consejo, está suscitando mucho debate.
Según la Presidencia Española del Consejo de la UE y la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (2023), las NTG son técnicas que pueden ayudar a obtener nuevas variedades vegetales de manera más rápida y con mayor precisión que las técnicas clásicas de mejora genética. Estas darían lugar a cultivos de mayor rendimiento, resistentes a plagas y sequía y con menos necesidad de fertilizantes y plaguicidas. Los alimentos tendrían mejor sabor y propiedades nutritivas o niveles reducidos de sustancias alergénicas. También podrían contribuir a combatir el desperdicio alimentario gracias a una mayor vida útil.
Por otro lado, varios científicos, cuyo trabajo es independiente de cualquier interés en la comercialización de NTG, han dado la voz de alarma señalando que es necesaria una evaluación sistemática e independiente de los riesgos para la salud y el medioambiente, consagrada en la Directiva 2001/18/CE2, antes de proceder a cualquier liberación intencional.
Ya en el Consejo Europeo de Medio Ambiente del 16 de marzo de 2023, varios países miembros manifestaron su preocupación por el posible impacto en la biodiversidad y señalaron la necesidad de una regulación estricta que garantice su seguridad y la libre elección de agricultorxs y consumidorxs. También reclamaron una base científica sólida en lugar de presunciones no documentadas.
Al no garantizar el cumplimiento del principio de precaución, otras preocupaciones incluyen la propagación incontrolada de NGT en el medio ambiente, la falta de datos para rastrear y localizar los alimentos NGT y los productos derivados de los mismos y la imposibilidad de proteger contra la contaminación los cultivos libres de modificación genética ni la aplicación del principio de “quien contamina paga” (Ecologistas en Acción, 2023). En estos casos, como declarado por Greenpeace, la ley podría violar los principios de la UE sobre controles de seguridad, etiquetado y trazabilidad y los derechos fundamentales de los agricultores a la propiedad y a la libertad de empresa.
Sobre este tema, en lugar de conclusiones nos surgen más preguntas: ¿ha llegado la biotecnología a tener pleno control sobre la agricultura?, ¿los NGT pueden verdaderamente contribuir a la transición ecológica del sistema alimentario como dice la comisión europea?, ¿lxs consumidorxs cómo pueden tomar decisiones informadas sin etiquetado? ¿hay espacio en el debate para cuestiones éticas o varios niveles de confianza en los avances tecnológicos? Hasta los próximos informes confiamos en nuestro pensamiento crítico.
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